lunes, 11 de noviembre de 2013

Dar el paso

A veces, y cuando digo a veces digo todos los días, hay que dar el paso. Aventurarse, saltar a la piscina. Puede que no haya agua, pero ¿y si la hay? ¿Y si nos perdemos el chapuzón? Hay que ser valiente para dar el paso, para lanzarse, sin miedo a perder nada. A vivir cada día como si fuera el primero, pero a la vez como si fuera el último. A decir lo que se piensa, a hacer lo que otros no se atreven, o no quieren hacer. A no dejar que los demás te hagan creer que tus sueños son imposibles. A dejar de soñar tu vida, y a vivir tu sueño. A hacer una lista con las cosas que te has atrevido a hacer, y otra con las que no, y que la primera lista doblegue a la segunda. A disfrutar, a reír, a vivir las cosas bellas de la vida, a aprovechar cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, cada instante. A contar la vida no por los momentos en los que respiras, sino por los momentos en los que te quedas sin aliento. A sonreír, a llorar, a hacer felices a los demás, a hacerte feliz a ti mismo. A emocionarte, a experimentar. A vivir.

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