jueves, 7 de noviembre de 2013

Cada día

"6 de la mañana. Juan se levanta, y se mete debajo de la ducha caliente. Se le pasa el tiempo, y tiene que engullir el Cola-Cao. Llega tarde a su primera práctica de laboratorio de la Universidad, y ya ha perdido el primero de los trenes que le llevan al campus. Tendrá que esperar al segundo. Cagándose en todo lo cagable, se sienta en un banco del andén. Tiene diez minutos hasta que llegue el tren, y se decide a sacar los apuntes de álgebra, para echarlos un vistazo. "Subespacios vectoriales del espacio R, con dimensión m...". Juan deja los apuntes de álgebra en el banco, asumiendo que no se entera de nada, y observa las vías de tren, hasta que una chica pasa por delante, y se sienta en el banco. "¿Son tuyos?", pregunta la muchacha. "Como si no lo fuesen", responde Juan. Y así comienzan a hablar, hasta que llega el tren de Juan, y se despiden. Juan coge el tren, con la esperanza de perder el tren a la mañana siguiente, para volver a hablar con la chica..."
Ahora a Juan le quedan dos opciones al volver a casa: cabrearse porque llegó tarde al laboratorio, o alegrarse porque conoció a la chica en la parada del tren. Final abierto...

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