lunes, 11 de noviembre de 2013

Dar el paso

A veces, y cuando digo a veces digo todos los días, hay que dar el paso. Aventurarse, saltar a la piscina. Puede que no haya agua, pero ¿y si la hay? ¿Y si nos perdemos el chapuzón? Hay que ser valiente para dar el paso, para lanzarse, sin miedo a perder nada. A vivir cada día como si fuera el primero, pero a la vez como si fuera el último. A decir lo que se piensa, a hacer lo que otros no se atreven, o no quieren hacer. A no dejar que los demás te hagan creer que tus sueños son imposibles. A dejar de soñar tu vida, y a vivir tu sueño. A hacer una lista con las cosas que te has atrevido a hacer, y otra con las que no, y que la primera lista doblegue a la segunda. A disfrutar, a reír, a vivir las cosas bellas de la vida, a aprovechar cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, cada instante. A contar la vida no por los momentos en los que respiras, sino por los momentos en los que te quedas sin aliento. A sonreír, a llorar, a hacer felices a los demás, a hacerte feliz a ti mismo. A emocionarte, a experimentar. A vivir.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Cada día

"6 de la mañana. Juan se levanta, y se mete debajo de la ducha caliente. Se le pasa el tiempo, y tiene que engullir el Cola-Cao. Llega tarde a su primera práctica de laboratorio de la Universidad, y ya ha perdido el primero de los trenes que le llevan al campus. Tendrá que esperar al segundo. Cagándose en todo lo cagable, se sienta en un banco del andén. Tiene diez minutos hasta que llegue el tren, y se decide a sacar los apuntes de álgebra, para echarlos un vistazo. "Subespacios vectoriales del espacio R, con dimensión m...". Juan deja los apuntes de álgebra en el banco, asumiendo que no se entera de nada, y observa las vías de tren, hasta que una chica pasa por delante, y se sienta en el banco. "¿Son tuyos?", pregunta la muchacha. "Como si no lo fuesen", responde Juan. Y así comienzan a hablar, hasta que llega el tren de Juan, y se despiden. Juan coge el tren, con la esperanza de perder el tren a la mañana siguiente, para volver a hablar con la chica..."
Ahora a Juan le quedan dos opciones al volver a casa: cabrearse porque llegó tarde al laboratorio, o alegrarse porque conoció a la chica en la parada del tren. Final abierto...